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De la apatía a la denuncia: cómo la mayoría rusa se adapta a la guerra


 Ilustración de RFE/RL.
Ilustración de RFE/RL.

A finales de mayo, se llevó a cabo una conferencia anual en Moscú bajo los auspicios del Centro Ruso de Investigación de Opinión Pública, dedicada a la adaptación de los rusos a los “cambios geopolíticos”, término que se utiliza por el espacio informativo ruso para denominar la guerra con Ucrania. Como resultado, incluso los sociólogos leales al gobierno crearon un retrato del ruso promedio, que no es demasiado inspirador para el Kremlin, como una persona apática y de voluntad débil, para quien el deseo de preservar su propia comodidad interior es lo primero, escribe Russia.Post, un proyecto de la Universidad de Georgetown.

La apatía razonable

Según el sociólogo Artem Vvedenskiy, existe un grupo bastante grande (alrededor de un 30%) de rusos que apoyan, simultáneamente, las decisiones sobre las futuras acciones ofensivas durante la guerra y sobre las negociaciones de paz. En otras palabras, una cantidad considerable de rusos no tiene un posicionamiento claro en cuanto a la “Operación Militar Especial” (guerra, ed.).

Una opinión parecida fue también expresada por otros participantes de la conferencia. El director del grupo Comportamiento Financiero de la compañía inFOM, Liudmila Presniakova, llamó, incluso, a la apatía y al principio de no injerencia un «valor político» de la sociedad. Otro orador, en solidaridad con ella, Nikita Savin, ofreció su propio término para la estrategia de negarse a participar en política: la «espiral del razonamiento».

Los integrantes de la conferencia están lejos de ser los primeros quienes tratan de convencer al gobierno ruso de que el infantilismo y la sociedad apolítica son una bendición para ellos. No obstante, tales reflexiones en la conferencia sujeta al servicio sociológico estatal muestran que el gobierno finalmente no ha sido capaz de conseguir una movilización patriótica. Esto también se evidencia en los grupos focales realizados por los canales de Telegram, formados por la administración presidencial: la mayoría de las personas que apoyan formalmente la «operación especial» no tiende a heroizar a sus participantes y no tienen un deseo ardiente de ir personalmente al frente.

La normalización de la anormalidad

Sociólogos independientes enfatizan la discontinuidad de la posición de quienes se cuentan formalmente entre los «partidarios de la operación especial». Como señala la investigadoradel Centro de Investigación de Europa del Este de la Universidad de Bremen, Svetlana Yerpileva, en los últimos meses, los partidarios de la guerra no han cambiado de posición, pero su percepción de lo que está sucediendo se ha vuelto más «desmenuzada» y contradictoria.

El fundador del proyecto Crónicas, Aleksey Minyaylo, también afirma que “la mayoría de los rusos (60%) no tiene ni siquiera una posición mínimamente coherente”. El director científico del Centro Levada, Lev Gudkóv, señala que más del 70% de los encuestados declaran su apoyo a las hostilidades en Ucrania, pero este apoyo es «puro conformismo y oportunismo».

El problema es que en condiciones de estricta censura, es imposible separar el conformismo formal externo del interno, cuando una persona, deseando preservar la comodidad interna, busca convencerse de que las declaraciones oficiales de las autoridades corresponden a su propia posición.

Los sociólogos hablan de este tipo de conformismo interno, enfatizando que los rusos, en cierto sentido, «saben la verdad», pero no quieren admitir este conocimiento para sí mismos, sin entender cómo seguir viviendo con él. Los expertos asocian el rechazo agresivo a la información alternativa con esta necesidad de sacar a la luz una verdad incómoda, que a veces incluso lleva a la ruptura de las relaciones con los seres queridos.

Al no tener oportunidad de negar el hecho mismo de la guerra, esta persona trata de negar que Rusia es culpable de lo que ocurre, guardándose, de esta manera, la ilusión de que vive “en un país normal”, y, por lo tanto, su propia vida también mantiene la “normalidad”. Gracias a estas convicciones psicológicas, es posible que a los propagandistas no les importe demasiado la lógica del contenido que producen: sus consumidores están felices de ser engañados, eligiendo versiones de la racionalización de la guerra, que son adecuadas para ellos, de una diversa «oferta» de propaganda.

Podemos diferenciar entre 3 formas básicas de dicha racionalización.

La primera de ellas es la búsqueda de diferentes justificaciones para el inicio de la llamada “operación especial”. Esta fue la reacción principal en los primeros meses de la guerra a gran escala y fue apoyada por una variedad de narrativas propagandísticas que se reducían a la fórmula: «Rusia se vio obligada a lanzar una ‘operación especial’ para evitar consecuencias mucho más graves». Para aumentar el miedo, se lanzaron noticias falsas sobre la creación de armas nucleares por parte de Ucrania, fantasías de que los biolaboratorios estadounidenses producían armas biológicas, etc.

Mientras que la mayoría de los propagandistas intentaban adherirse a la retórica de una «operación especial obligada» y afirmaban que «Estados Unidos arrastró a Rusia a la guerra», destruyendo así el orden mundial establecido, sus colegas declaraban que la destrucción del «orden mundial anglosajón» era «la misión histórica de Rusia», y es por eso que ella debería haber comenzado la guerra de todos modos. A menudo, estas declaraciones contradictorias salían de la boca de las mismas personas.

Para aquellos que encuentran poco convincentes las explicaciones contradictorias, la propaganda ofrece un argumento universal: no importa cómo comenzó exactamente la guerra, Rusia ahora no tiene otro camino que la victoria, de lo contrario, el país será inevitablemente destruido. Esta narrativa, que surgió a los pocos meses del comienzo de la guerra, hoy es decisiva, y, quizás, la más efectiva. Por un lado, apoya el miedo de los rusos a una posible derrota y los obliga a agruparse en torno al Kremlin y, por otro lado, les permite no pensar en los objetivos o las razones de la «operación especial”.

En este contexto, crece el número de rusos que perciben la guerra como una especie de fenómeno natural que comenzó por sí solo. Cuando las causas del conflicto pasan a un segundo plano, se vuelve más fácil para la gente aceptar la guerra como un hecho. Esta percepción de «fondo» de la guerra sin reflexionar sobre sus causas puede llamarse otra forma de racionalización de la misma. Las últimas encuestas del Centro Levada muestran un aumento en el número de personas para las que la guerra se ha convertido en una situación «natural»: casi la mitad de los rusos cree que la guerra durará más de un año. Hace un año, sólo la mitad de los encuestados estuvo de acuerdo con esta evaluación.

Al describir los bombardeos de las ciudades ucranianas, prácticamente no se menciona a Rusia, lo que también facilita la percepción de la guerra como telón de fondo y, además, permite triunfar sobre el «enemigo» sin provocar pensamientos desagradables sobre la responsabilidad. Por ejemplo, el canal de Telegram de la página web Ukraina.ru, que es oficialmente parte de MIA Russia Today, informa a diario (y de manera muy repulsiva) sobre los bombardeos del territorio ucraniano, pero lo hace en formulaciones enfáticamente impersonales: «Explosiones en Kyiv», «Informan sobre explosiones en Járkiv», “Los drones Shajed-136 (Geran-2) están trabajando en la región de Jmelnytskyi», «Algo está ardiendo en Lviv», etc.

La tercera forma de racionalización es la tesis propagandística más importante de que fue precisamente Occidente quien atacó primero a Rusia. Esta narrativa se acepta de una manera especialmente fácil porque permite a los rusos ver la guerra como puramente defensiva.

Al mismo tiempo, algunos propagandistas aseguran que el «ataque enemigo» ocurrió hace varias décadas, y desde entonces, el país está bajo el yugo neocolonial de Occidente. El coronel retirado del Servicio de Inteligencia Exterior, Andrey Bezrukov, ofreció una explicación interesante de la naturaleza del «yugo». Según él, Rusia está obligada a «pagar tributo» en forma de dinero que las élites rusas se llevan al exterior, saqueando el país.

El jefe del Presidium del Consejo de Política Exterior y de Defensa, Sergey Karaganov, también afirma que Rusia está bajo el «yugo occidental» y demuestra que el «conflicto» actual brinda la oportunidad de finalmente «abandonarlo». La justificación de la guerra como una «batalla por la soberanía» contra el neocolonialismo también es utilizada por Vladimir Putin, afirmando, por ejemplo, que «un país puede ser soberano o colonia«, y sin soberanía «no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir a una dura guerra geopolítica». Los propagandistas a menudo explican las razones de la «agresión de la OTAN» contra Rusia por el hecho de que Estados Unidos «no puede aceptar la pérdida de la posición hegemónica».

Al tratar de hacer que la guerra sea psicológicamente aceptable, algunos encuentran aspectos positivos en ella. Esto incluye, en particular, la tesis propagandística sobre la «limpieza» de la sociedad rusa y el hecho de que los funcionarios se han vuelto más cercanos a la gente gracias a la guerra. El mismo Putin utiliza activamente los sueños de los rusos comunes sobre la «limpieza» de las élites y de la sociedad, declarando que «la limpieza se llevó a cabo bajo las condiciones de las sanciones» y «Rusia resultó ser más fuerte de lo que ella misma esperaba».

Modos de adaptación a la guerra

Entre quienes de una forma u otra creyeron en la propaganda o se dejaron convencer por ella, se pueden distinguir distintas formas de adaptarse a la guerra. La primera reacción es la ya mencionada apatía y el retraimiento en la «emigración interna«, que, dada la alta atomización de la sociedad rusa, es la forma más común de protegerse contra el estrés. La ventaja de tal enfoque es que más tarde esa persona volverá a una vida normal y se adaptará a una ideología diferente, incluso diametralmente opuesta.

Otra forma de adaptación puede etiquetarse como cuasi-participación en la guerra. Tal «contribución a la guerra» es, por ejemplo, una fortuna personal en propaganda o redacción de denuncias contra los disidentes. Los propios denunciantes a veces admiten que su motivo principal es el miedo a una futura derrota y la necesidad de pagar reparaciones a Ucrania, que se llevarán a cabo a su costa. La represalia de «enemigos» que critican a su propio gobierno da a los denunciantes la esperanza de que gracias a su su vigilancia se logrará evitar la derrota.

La convicción de que Rusia está librando una guerra justa, a algunos los lleva a la reacción más peligrosa: participar en la guerra con las armas en la mano. Desafortunadamente, el número de personas directamente involucradas en crímenes de guerra está creciendo incluso a pesar de la naturaleza apolítica inmutable de la mayoría de los rusos. En parte, esto está relacionado con la política del estado bien pensada de involucrar a «voluntarios» y trabajadores contratados en la guerra, pero principalmente, como señalan los sociólogos, con la lógica misma del curso de la guerra. Entre los factores que inciden en el crecimiento del apoyo a la «operación especial», los expertos citan el creciente temor al castigo y los hechos del mes anterior.

Así, según datos del Centro Levada, en mayo, la proporción de partidarios de la continuación de la «operación especial» aumentó significativamente y por primera vez desde agosto del año pasado superó ligeramente el número de partidarios de las negociaciones de paz. Según el director del centro, Denis Volkov, esto se debe, por un lado, a los éxitos en primera línea de los wagnerianos, que proporcionan a la gente corriente “sentir el gusto» por la continuación de la guerra; por otro lado, con sabotaje y ataques al territorio ruso. Según Denis Volkov, todos estos eventos crean un fondo alarmante, que va acompañado de una ira creciente.

Sin embargo, los sociólogos advierten de que la futura capacidad de la sociedad para adaptarse a la guerra depende directamente de la capacidad de las autoridades para mantener la estabilidad socioeconómica y evitar la participación directa de amplios sectores de la población durante el mayor tiempo posible. De lo contrario, a su juicio, el inquietante trasfondo general “puede cristalizarse y encontrar una salida en el momento más inoportuno para las autoridades”.

Este artículo de Ksenia Kirillova para Krym.Realii fue traducido y publicado en español por StopFake

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